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CERMI.ES semanal el periódico de la discapacidad.

viernes, 16 de septiembre de 2022cermi.es semanal Nº 495

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"4,32 millones de personas con discapacidad,
más de 8.000 asociaciones luchando por sus derechos"

Opinión

Historia de una oposición con discapacidad

Por Jorge Jesús Velasco Molina

16/09/2022

Jorge Jesús Velasco MolinaMi nombre es Jorge y mi historia opositando comienza cuando finalizo mis estudios universitarios en el Grado de Administración y Dirección de Empresas de la Universidad Carlos III de Madrid. Tras finalizar las prácticas en empresa que cursé dentro del plan de estudios de la universidad hice balance y me encontré con un sentimiento amargo, ya que dentro del sector privado sentí una gran falta de afecto personal hacia los empleados y la imposibilidad de compaginar esta profesión con mi enfermedad.
 
Una tarde de ese mismo verano, hablando con mis padres sobre mi futuro profesional, decido adentrarme en la gran aventura que supondría ser opositor, siendo consciente de todo a lo que renunciaba, tanto en mi vida personal como en mi salud, ya que elegí una oposición de mucho nivel como es la de Inspectores de Hacienda.
 
En mi caso, opté por esta oposición porque la formación que obtuve en mi carrera me permitió dominar ciertos aspectos que, por aquel entonces, consideraba básicos. Hoy en día, si pudiera retroceder en el tiempo, no me cabe duda de que hubiera escogido otras asignaturas dentro de la carrera universitaria o incluso habría optado por otra diferente.
 
Cuando llegué a la academia de preparación me vi rodeado de gente excelente, lo que me hizo dudar de si ese era mi sitio y de si podría “competir” con ellos por una plaza, aunque, al mismo tiempo, confiaba en que al ir por la vía de discapacidad tendría algo de ayuda. Para mi sorpresa, en mi primer año se modificó la convocatoria de libre, reservándoles los 2 primeros ejercicios, lo que me hacía perder mi única ventaja.
 
Los ánimos con el paso del tiempo fueron cayendo, pero me considero una persona muy tenaz y resiliente y, a pesar de estos cambios en la convocatoria que casi me hacían perder más derechos y oportunidades que al inicio de mi aventura, decidí seguir peleando; compaginando horas de estudios con médicos y sufriendo un empeoramiento de mi enfermedad a causa del estrés.
 
Como opositor tienes que asumir que no volverás a tener ningún fin de semana completo, que se acabaron los puentes, las vacaciones y que incluso hay que estudiar un 25 de diciembre o madrugar un 1 de enero, pasando por las terrazas y encontrándote a todos tus amigos de fiesta.
 
Después de dos años de oposición, tras una charla y horas de reflexión con mis doctores, preparadores y la encantadora Ángela del CEF de Madrid, llego a la conclusión de que con las pocas ayudas de la Administración para el acceso de personas con discapacidad a una oposición de A1 con 6 exámenes (dos de ellos orales), era hora de plantear un cambio. Me negaba a rendirme, así que preferí bajarme a la oposición en A2 de Técnicos. Para muchos de mis compañeros (los cuales actualmente ya han abandonado la oposición) era casi una deshonra, pero yo lo veía como un paso atrás para avanzar dos hacia delante.
 
Por suerte, comprobé que el trabajo realizado anteriormente no fue en balde: mi formación y ritmo de estudios me permitió avanzar en esa oposición a buen paso, hasta que a una semana del examen apareció el COVID...
 
Aplazaron todas las fechas, enfermé y mi salud empeoró drásticamente al contraer la enfermedad. Pasé por los peores días de mi vida: mi padre enferma de COVID y es ingresado y entubado al tiempo que le diagnostican cáncer en estado avanzado y, por si fuera poco, fallece nuestra querida perra con la que me crie durante mi infancia.
 
Sin embargo, en esta ocasión tampoco me rendí: estudié día y noche, en lo que para mí fue un proceso tortuoso donde no recibí ninguna ayuda de asociaciones o referentes con discapacidad que me ayudaran a planificar mi oposición. (intención por la que escribo este pequeño texto, ya que la información es poder, así que si algún lector se plantea una oposición por favor no dudéis en contactar conmigo)
 
Todo ello dio sus frutos y conseguí aprobar después de 3 años y medio de durísimo trabajo: Ya tenía mi premio. Hoy en día, sigo preguntándome si mereció la pena el esfuerzo que me llevó tantos días de mi vida encerrado en un cuarto sin poder disfrutar de personas importantes para mí y con el delicado estado de salud en el que me dejó, del que me recupero poco a poco y con gran esfuerzo. Lo que sí que puedo afirmar es que la satisfacción de aprobar es única.
 
En estos momentos todavía se me plantea la posibilidad de promocionar a Inspector, pero no se engañen, para una persona con discapacidad es imposible: trabajar todo el día y ponerse a estudiar toda la tarde, preparando 4 exámenes con 2 orales (la presión en dichos exámenes para un cuerpo enfermo es brutal) y luego someterse de nuevo a un curso de un año y un cambio a otra Comunidad Autónoma. Además de verse obligado a buscarse la vida en otro sitio, independientemente de tus medios, unidades médicas o ayudas que necesite.
 
Llevo casi cuatro meses de trabajo y no he observado ningún tipo de ayuda por mi condición o ligero interés, aunque reconozco que he tenido suerte en el destino y tengo unos jefes y compañeros encantadores que suplen la falta de interés de toda la administración en su conjunto.
 
No quiero extenderme más en mi historia, pero sí creo que, si hubiera tenido algo de ayuda o a alguien que me orientara, hubiera sido todo más fácil. A veces, incluso pienso que, hoy en día, me vendría bien también. Ojalá mi experiencia sirva para ayudar a futuros opositores y todo mi sufrimiento no caiga en saco roto. Hoy, y desde mi experiencia, puedo asegurar que la vida del opositor es dura: llena de incertidumbre, duro trabajo, estrés, dudas y muchas horas de sangre, sudor y lágrimas.
 
¿La moraleja? nunca te rindas y apunta a las estrellas para así llegar a la luna.
 
No quiero terminar sin antes mencionar a todos los apoyos que he tenido durante mi aventura: Preparadores como Vicente o Gustavo, mi familia y amigos, mi madre que me ayudó en mi desconocimiento del lenguaje jurídico y mi pareja que me ayudó durante los momentos más difíciles. Muchas gracias por su lectura, espero que les pueda ayudar y me pongo a su entera disposición.
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